Estamos ya lejos de momentos
embarazosos contándole a una amiga qué chico del colegio te gusta, o con qué
chico del instituto quieres tener más que palabras. Pero da igual.
Por mucho tiempo que pase,
seguiremos siendo las mismas panolis que se emocionan fantaseando con espaldas
de kilómetros cuadrados que te sirven de colchón en las noches más calurosas,
con manos que dejan marcas a fuego sobre la piel o con besos que, empezando por
el cuello, dejan el camino abierto a noches que producen temblores catalogados
en la escala de Richter.
Seguiremos estando poseídas
por sueños infernales, esos sueños que solo nosotras compartimos, y que sólo a
nosotras nos martirizan. Y seguiremos así de martirizadas porque nos gusta, nos
encanta recrearnos en nuestra obsesión y es que… ¡qué obsesión señores!
Esto no es ninguna broma, de
verdad que no, las posesiones son una cosa seria, te calan por dentro y no eres
dueño de tu propio cuerpo; porque como nosotras bien hemos hecho, ya le hemos
buscado un dueño nuevo: alto, empotrable…y que viene en el paquete con un
pequeño accesorio, un botón.
Ese botón que te enciende sólo
por darle uso a tu ingenua imaginación; es tal el calor con el que te arde al
encenderlo, que sólo eres capaz de sentir escalofríos.
Puede parecer que estemos locas, mi amiga y yo, o que, como bien hemos reconocido, seamos unas posesas. Pero ME DA IGUAL somos dos locas, que sueñan juntas.
Buenas noches, y buena suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario